Interesante libro.........podeis pinchar sobre las mismas letras para acceder a un trozo mas grande del libro.
Todo comenzó con una pregunta sencilla que nadie podía responder. Era un acertijo de seis palabras que me llevó hasta la fotografía de un hombre veloz que vestía una falda muy corta, y a partir de ahí el asunto se volvió cada vez más extraño. No mucho después, me encontré tratando con un asesino, guerrillas de narcotraficantes y un hombre con un solo brazo y un bote de queso crema atado a la cabeza. Conocí a una preciosa guardabosques rubia que se deshizo de su ropa y encontró la salvación corriendo desnuda por los bosques de Idaho, y a una joven surfista con coletas que corrió directa hacia la muerte en pleno desierto. Un talentoso y joven corredor moriría. Otros dos se salvarían por los pelos. Seguí buscando y cruzándome en el camino con Batman Descalzo... El Tipo Desnudo... Bosquimanos del Kalahari... El Amputado de la Uña del Pie... una secta consagrada a carreras de larga distancia y fiestas sexuales... El Hombre Salvaje de las Montañas Blue Ridge... y, finalmente, la antigua tribu de los tarahumaras y su misterioso discípulo, Caballo Blanco. Al final, obtendría mi respuesta, pero solo después de encontrarme en medio de la mayor carrera que el mundo jamás había visto: la mayor competición de carreras pedestres, un enfrentamiento clandestino en el que compitieron algunos de los mejores corredores de ultramaratón de nuestros tiempos contra los mejores corredores de todos los tiempos, una carrera de cincuenta millas por caminos ocultos hasta entonces solo transitados por los tarahumaras. Me sorprendí al descubrir que el viejo proverbio del Tao Te Ching: «El buen caminante no deja huellas», no era un sutil koan1 sino un consejo de entrenamiento real y concreto. Y todo porque en enero de 2001 le pregunté a mi médico: —¿Por qué me duele el pie? Había ido a ver a uno de los mejores especialistas en medicina deportiva del país porque un picahielos invisible me estaba atravesando la planta del pie. La semana anterior había salido al campo nevado para correr unas meras tres millas cuando de pronto lancé un aullido de olor, sujetándome el pie derecho y lanzando maldiciones mientras me derrumbaba sobre la nieve. Cuando logré controlarme, eché un vistazo a mi pie para ver cuánto estaba sangrando. Me habría atravesado el pie una roca afilada, pensé, o habría sido un viejo clavo incrustado en el hielo. Pero no había ni una gota de sangre, ni agujero alguno en la suela de la zapatilla. —Su problema es que corre —me confirmó el doctor Joe Torg cuando llegué cojeando a su consulta unos días después.
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Espero que os guste,a mi me ha llamado mucho la atencion.
Abrazos mejor que saludos.
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